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Aunque los riesgos de la montaña están claros, los riesgos de la exposición solar a gran altitud son más difíciles de ver. Aquí le damos algunos consejos para ayudarle a protegerse mejor los ojos en alta montaña para practicar esquí, alpinismo, escalada...


LOS PELIGROS DE LA EXPOSICIÓN DE LOS OJOS AL SOL EN ALTA MONTAÑA

La exposición a los rayos del sol aumenta de media un 10% (entre un 4 y un 16%) cada 1000 m y los UVB que contienen son especialmente nocivos. Además, la nieve refleja entre un 80 y un 90% de la radiación, mientras que un terreno sin nieve refleja un 20%. Así pues, podemos considerar que la intensidad de la radiación solar se multiplica por 1,5 a 2000 m y por 2,5 a 4.000 m respecto del nivel del mar. La exposición varía en función del grosor de la capa de ozono en la atmósfera —que actúa como filtro natural— en las distintas regiones del mundo, la estación del año y el ángulo de incidencia de los rayos solares. Cabe destacar que la radiación es un 25% mayor durante el equinoccio de otoño que en el de primavera debido a un crecimiento de la capa de ozono. 

En la montaña, aun cuando el cielo está cubierto, el sol es siempre un riesgo para los ojos. De hecho, aunque las nubes bloquean algunos rayos ultravioletas (altocúmulus), los cirros no filtran ninguno. Con niebla, pasa el 50% de la radiación y, además, a menudo nos encontramos en la capa superior de la nube, donde reina una radiación intensa por difracción luminosa. Como consecuencia, el riesgo es tan grande como cuando hace bueno.

Aparte del sol, a gran altitud o en las regiones polares, el viento y el frío pueden provocar varios riesgos para los ojos si no los protegemos con una máscara o una gafa de sol.

Mathis Dumas ©
LAS PATOLOGÍAS MÁS CORRIENTES

La fotoqueratitis u oftalmia de las nieves, que se debe a la erosión de las células que cubren la córnea debido a una exposición prolongada a los rayos UVB.
La eritropsia es el agotamiento de la retina tras una exposición prolongada a una simulación luminosa intensa.
El síndrome del «White out» define la congelación de los párpados con frío extremo: lagrimeo, pérdida de percepción del relieve y fotofobia.
La congelación de la córnea puede provocar necrosis irreversibles si no se trata enseguida.
Estas patologías ponen de manifiesto dos grandes funciones indispensables de las gafas de sol de montaña:  parar los rayos UVB y cubrir el rostro.


LA IMPORTANCIA DE LA ELECCIÓN DE LA MONTURA

 Además de preservar los ojos de los rayos nocivos del sol, hay que protegerlos también del viento, el frío y todo lo que pueda afectar a la visión, como la nieve. Le aconsejamos que elija una montura curva, muy envolvente y con protectores laterales para una protección óptima. Las varillas regulables son una buena opción para asegurarse de que se sujeten bien, aunque también puede optar por unas varillas finas, que se acoplan muy fácilmente bajo un casco o gorro. El cordón puede ser un accesorio interesante para reducir la posibilidad de que la gafa se pierda y disfrutar de la máxima sujeción.

Fuente: julbo.com

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